Charly, un capitán que ha roto paradigmas en el deporte paralímpico

Su nombre es Carlos Armando Neme Montoya pero sus amigos le dicen Charly, a sus 26 años es el capitán de la selección Colombia de rugby en silla de ruedas o quadrugby y ahora porta una distinción que no muchos ostentan.

Charly llegó al deporte gracias a la fundación Arcángeles, vinculado al Club Deportivo en el equipo de quadrugby a sus 16 años, luego de iniciar en el proyecto Maximus Project un ojeador de la Selección Colombia lo llamó para que participara en un torneo en México y desde ese día no ha parado de viajar y de representar al país en diferentes eventos.

“Fue algo que nunca me imaginé, llegar al otro lado del mundo y no a pasear, sino a representar a Colombia en un mundial” es lo que nos cuenta Charly tras su arribo al país luego de 36 horas de vuelo desde Australia, lugar en el que los “Kaciques” – Nombre del equipo nacional – jugaron la cita intercontinental más importante del Quadrugby.

En abril de este año en Suiza, la selección selló su clasificación, donde unos partidos intensos y destacados le dieron el cupo como única selección latinoamericana que participó en el mundial y como segunda selección en toda la historia desde la creación de este certamen.

Como él mismo asegura “el deporte cambia la vida, pero solo si uno quiere, antes de mi incursión en esta práctica me pasaba los días viendo películas y salía de la casa muy de vez en cuando, que es lo que uno hace cuando tiene una discapacidad”, con una sonrisa en su rostro nos cuenta que Dios siempre tiene planes que uno a lo mejor no comprende pero que terminan siendo lo mejor.

Charly vivía en bosa (localidad de Bogotá) y a sus quince años un disparo le causó una cuadriplejia cervical que lo obligó a reacomodar su vida, aprender a andar en silla de ruedas, acostumbrarse a no poder usar sus piernas y a no poder coger cualquier transporte; pero esto no lo detuvo, afirma que “hay una frase que muchas personas dicen que es que Dios le da sus peores batallas a sus mejores guerreros pero yo creo que todos somos excelentes guerreros, cada persona tiene sus propios problemas, el mío fue un disparo y Dios me dio las herramientas para poder sobreponerme”.

En el rugby en silla de ruedas los jugadores son clasificados en siete clases según su habilidad funcional, en una escala que va de 0,5 a 3,5 (cuanto más alta la clase, más alto el grado de habilidad funcional), cada equipo puede tener solo cuatro participantes en campo al mismo tiempo, y para mantener el equilibrio en las disputas, su suma no puede exceder ocho puntos.

En su clasificación funcional Charly obtuvo la distinción al mejor 1.0 en el mundial, como él mismo asegura “es tan especial e importante porque actualmente soy el mejor jugador del mundo en mi clasificación pero no fue fácil, y como el entrenador me dice siempre, si no fue fácil obtenerlo, mantenerlo va a ser aún más difícil”.

El camino para llegar al mundial no fue uno de pétalos de rosa, pocos patrocinadores y apoyos que en algunos momentos los puso a pensar si podrían llegar a Australia a representar al país, un país que en ocasiones no brinda las oportunidades necesarios para impulsar el deporte paralímpico, pero Charly nos enseña que gracias al empeño y al apoyo de entidades como Arcángeles, el Comité Paralímpico Colombiano, Coldeportes, Instituto Distrital de Recreación y Deporte IDRD, Centro Comercial Gran Estación y Fundación ADA, siempre se puede soñar en grande, un sueño que espera lo lleve a los Juegos Paralímpicos de Tokio en el 2020.

 

Fotografías cortesía de: IWRF y Disability Sports Australia.

 

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.

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